A fuego fuerte...

30.8.10

Ambición de Ricardo

Duque de Gloucester- ¿Por qué aspirar a una simple vida eterna? ¿por qué sacrificar todo lo que puedo tener en esta? ¿Haciendo el bien obtendré la entrada al cielo? Yo no quiero sólo la entrada, yo quiero el cielo todo. todo para mí. No quiero las lismosnas de Dios, no quiero los permisos de Dios. Yo quiero ser Dios.   

10.8.10

$2

¡Ay , del placer de dormir en los colectivos! Sentarse contra una ventanilla donde no moleste la manija. Apoyar la cabeza contra el vidrio y cerrar los ojos. Encontrar el otro viaje, el otro paisaje, en donde se mezclan los ruidos del motor, con las palabras de los pasajeros, con las cosas que nos rondan en la mente, con los frenos y arranques. El sol o las luces de la calle pegando en la cara, o las gotas de lluvia estrellándose en el techo. No estar despierto ni dormido, Ni acostado ni parado. Casi incómodamente sentado en un asiento de cuerina.
De vez en cuando uno abre los ojos, mira para afuera, trata de ubicarse, casi lo logra y vuelve a cerrarlos. Vuelve a sentir íntegramente la vibración, las lomadas, las cunetas, los baches. La puerta se abre chillante, se cierra. El timbre. Y la cabeza siempre trabajando pero olvidándose del cuerpo. Y el colectivo dobla, en la esquina queda un sueño y aparece uno nuevo sobre la calle. 
Es bueno saber que hay que bajar donde termina el recorrido. Menos tenso, uno se deja estar con más facilidad. Igualmente, si hay que bajar antes, todo nos indicará dónde olvidar la ilusión y volver de nuevo al mundo.

7.8.10

aclaración

Cabe aclarar que todo lo que nos dijimos era tan cierto como todo lo que nos callamos en honor a la verdad y por temor a la mentira.

Fiebre

Si me pongo a pensar en los delirios y pesadillas febriles que pasé, no alcanzo a encontrar palabras para describirlas. Lo más cercano a eso, es el malestar de la repetición de acciones. Acciones inconclusas e indescifrables. Una y otra vez me veo en el mismo movimiento del mundo. Todo vuelve a repetirse insaciablemente ante mis ojos y mi cuerpo, en altas temperaturas. Como un infame reciclaje de basura motriz.
Eso es dormir con fiebre, si es que se duerme de esa forma.

5.8.10

Una bomba

Cuando uno tiene apenas veinte minutos para decir lo que tiene que decir, todas las palabras quedan nulas, toda idea desaparece del cerebro, que cuanto más retorcido está, menos confía en sí mismo. Uno se desespera. Abre su baúl, busca dentro todo lo que tiene, y parece que nada es lo justo para el caso.
Ya sólo quedan quince minutos y desisto de todo lo que tengo. Me parece absurdo, desubicado. Digo desubicado como si fuera que hay que hallar la pieza que encastre. Entonces no tengo más remedio que improvisar y forzar las piezas.
Dije que no tengo más remedio. ¿desde cuándo uno se pone objetivos tan absurdos? Se los pone desde que siente que no hay absurdidad que valga más que la que siente.
No hay mucho tiempo para leer lo que va dictando mi instinto. A veces me pregunto si ese instinto realmente sabe lo que quiere. Tiene que haber un instinto exacto, justo en esos momentos en que el tiempo apremia. Cuando la bomba está a punto de estallar y el pobre diablo tiene que elegir qué cable cortar. Los minutos pasan, la boca se seca,el sudor. Las manos temblarían si no fuera por el cerebro que tranquiliza, o que por lo menos engaña que tranquiliza. Esa razón que dice que más nervioso peor es. Pero queda el problema del cable a cortar y entonces se apela al instinto, a la intuición y a la suerte.
Si todo sale bien, esta noche estaremos tomando una cerveza. Si todo sale mal... Bueno, ya no habrá que preocuparse por la crueldad del mundo.

4.8.10

Silencio

-Todo sería más fácil si fueras una puta- dijo. Prendió un cigarrillo y afirmó con la cabeza. -Sí, todo sería más fácil y no tendría que andar pensando tanto, ni temiendo tanto, ni pensando demasiado que si te digo algo no parezca que sólo quiero comprarte.

3.8.10

Uno

.Y todo el tiempo buscamos y buscamos muchas cosas al mismo tiempo. Casi sin saber, sin mirar a dónde vamos. Como ciegos tanteando una pared, tropezando, cayendo y volviéndose a levantar. Siempre para adelante, nunca quietos aunque pensemos lo contrario.