A fuego fuerte...

16.12.10

Freud y Alf

-Deberíamos comprar papel, ¿no crees?
-No, yo no creo en nada. 
-Bueno, pero deberíamos.
-No, yo no debo nada.
-Ok, pero...
-Pero nada. 
-Creo que hoy estas un poco negativo. Dejémoslo ahí, Freud.
-¿Sabes? A veces creo que estoy en negativo. como una película sin revelar. después me digo... espera, ¿por qué me llamaste Freud?
-Debo denominarte de algún modo. siceramente no tengo idea porque Freud. 
-Bien, entonces yo te denominaré Alfa... no Alf, como el marciano.
Alf, o por lo menos a quien lo habían bautizado de esa forma aleatoria, aleatoriamente, escapó de aquel loco. Todo el mundo calculó que Alf no se llamaba Alf en realidad. Freud por su parte, Sacó una lata de paté, se la se la llevó a la boca y se la tragó con hierro y todo, sin disfrutar del relleno, sin imaginar que en la etiqueta, la fecha de expiación era tan negativa como su propio día.

13.12.10

Las putas palabras

Tal vez lo malo de la mentira, de la mentira absoluta, es que termina dejando a la verdad totalmente expuesta. Y lo malo de la verdad, la verdad absoluta, es que no deja de ser una mentira. ¿Dónde está el problema de todo esto me pregunto? ¿En la creencia del mal y del bien? ¿O en el puto absolutismo? Tal vez en todas las putas palabras.

10.12.10

Circo Porteño. (una locura del 2007)

 -Sí, no sé, yo no entiendo mucho de esas cosa. -contestó el taxista de parche en el ojos que me llevaba-. Borge, yo no digo que no sea un bocho, pero me parece un laberinto chino. Un día traté de leer un libro del tipo y no entendí nada. A la tercera hoja lo cerré. A mí déjame con las historia de la Eroticón que me ponen cachondo. Y por supuesto, El Gráfico que me lo compro religiosamente. ¿De qué me dijo que estaba escribiendo?... ah, del imperio romano, el Coliseo y todo eso... Usté tendría y escribir de Buenos’aire, Del Buenos’aire de Gardel, de la calle. Ahí tá, tendría que escribir de mí, del Rafa Galli... ¿Agarro libertador?... No, en serio; yo, acá arriba, veo cada cosa... es de novela. Y a la noche... puf,  ni le cuento. Y en la cancha... usté tiene que ir a la cancha. ¿Va a la cancha?... Ah, yo sí, no falto ni un partido. Fulbo de primera lo miro a vece porque no me gusta; siempre lo mismo: River-Boca, Boca-River; todo los campeonato son para lo equipo grande; te discuten todo los orsay, los penale. A parte ver la tele hace mal, idiotiza. Lo único que miro, ya le digo, es fulbo de primera, a veces, Crónica a la mañana, y Tinelli un rato ante de irme a dormir... ¡Pelotudo, de dónde salistes!... La gente anda loca, loca. No se fijan por dónde camina... ¿qué le decía? Ah, sí, qué tanto Julio César, pan y circo. Mire, no hace falta irse tan lejos. Ya tengo el título, “Circo Porteño”, en vez de circo romano. Con el circo que tenemos acá: Yosapas, mago, malabarista en lo semáforo, putas, putos, lióne, gorila, piquetero, Memen. Mire si no tenemo circo... Dale, padre ¿Qué estás haciendo, limándotes las uña? Cómo tardan para arrancar... cada día peor. Ya le digo, este íspa se va a la mierda. El otro día... uh, mirá esas teta...
¡Cuidado!
El taxi chocó contra un colectivo de la línea 60. La trompa del Peugeot 504 quedó incrustada en la cola del colectivo. Mi cabeza chocó contra el respaldo del asiento delantero y reboté. No me desnuqué  de casualidad. Rafael Galli bajó dejando la puerta abierta. Miró el capó abollado, se tomó la cabeza, levantó las manos a Dios. Insultó. Introdujo medio cuerpo en el auto y buscó bajo el asiento. Salió otra vez con una llave francesa de treinta centímetros de largo. Yo en ningún momento atiné a salir; todavía estaba conmocionado por el choque.
Quien manejaba el colectivo era una joven, bonita y rubia. En la colisión, se golpeó la cabeza contra el volante y se produjo una herida en la frente. La sangre brotaba y resbalaba por su cara, manchando la camisa celeste y la minifalda a cuadros. Llevaba un palo, ese que usan los choferes para medir las gomas.
Rafael, al verla parada ahí esperándolo, se detuvo en seco.
-Ah, bueno, tenía que ser mujer. Qué castigo, Dios.
La rubia ensangrentada no dice palabra; comienza a acercársele con paso firme.
-Tendría que romperte todo lo dientes. Mirá lo que me hicistes. Digo, por qué no se quedan donde tienen que estar.
La rubia sigue avanzando con paso sensual, meneando sus caderas, hasta quedar nariz con nariz con el Rafa.
–Mirá lo que te hicistes en la cara, Angelito de Dios. Si te hubieras quedado lavando lo...
Rafael Galli sintió un cabezazo duro y pegajoso en el lado del ojo en funcionamiento. Cayó al suelo. Se tomó la cara, se revolcó, escupió una lágrima que secó velozmente. Se levantó y se limpió la mancha de sangre ajena con el pañuelo blanco.
-Son todas iguale. Le decí la verdad y pegan. Tendría que bajarte lo dientes de un sopapo ¿sabé? pero no le voy a pegar a una mina...
El palazo en la pierna volvió a derribarlo. Cayó con todo el peso de su cuerpo. Un grito salió de entre sus bigotes. Retuvo el llanto ante los pasajeros que miraban por las ventanillas del 60, ante los que comenzaban a juntarse y ante mí, que seguía mirando desde el taxi.
-Ay, la puta madre, me rompistes la pata.
El pie de la rubia se posó en la barriga movediza. Presionó un poco.
-¡Qué país, Dios! La concha de Memen, de Perón y de Evita...
La rubia apagó con la punta de sus zapatos un cigarro inexistente en la panza del gordo.
-Del voto femenino y la re-concha de tu madre. Pará que duele.
Aflojó la presión. Sacó el pie. Rafael tardó un rato en levantarse. Desde la distancia en que me encontraba, ya podía verle las venas de la frente, hinchadas. Jadeante, sacó nuevamente el pañuelo y se lo pasó por la cara para enjugarse el sudor. Luego por la boca, para limpiarse la baba. Después, sacó el peine y se reacomodó el pelo. Miró a la gente expectante. Miró a la colectivera que aún sangraba.
-Si toda esta gente fuera a ver a Almagro... Tomá, limpiáte eso.
Le extendió el pañuelo. La chica lo recibió y se lo pasó por la cara. Después presionó sobre la herida.
-¿Qué miran? ¿Nunca vieron a un tachero y un bondi peleando? Qué país. Y después se quejan que no hay laburo. Y vo ¿cómo vas a frenar así, corazón? ¿No te enseñaron nada en la escuela de manejo? ¿Quién mierda te dio el registro?
-¡Gordo, estaba el semáforo en rojo!- Gritó un enano de por ahí.
-Vo qué mierda te metés.
-Sacáte el parche para andar. –Gritó otro.
-Calláte vo también. Bueno, tomátelas, piba. Dale, volá ante de que...
-¿Antes de qué?.
-Mirá, que no tengo un buen día, no me jodás porque voy a terminar...
Otro palazo. Esta vez la boca del estómago. Sonó un ahogado “BUU”. Cayó de rodillas. La gente vitorea, está sedienta de sangre. Yo no puedo dejar de sentir, como en carne propia, los golpes que recibe mi taxista.
Muy lentamente Rafael recupera el oxígeno. Vuelve a ponerse de pie. Busca su pañuelo en el bolsillo trasero de su pantalón pero sólo haya los dientes del peine. El pañuelo está tirado en el piso, rojo y arrugado.
-Ahora te vas a subir a esa porquería negra amarilla y te vas calladito ¿entendiste?
-Mirá pendeja... cuando vo tenga... los año que tengo en la calle... me hablás de... igual a igual... ‘tamo. Acá tené... que respetar a los mayore...
Palazo en las costillas. Rafael se toma el costado. Esta vez no cae. Se retuerce, gime, maldice.
-Dale, subíte y andáte, tuertito, que me das lástima.
Por el parche pirata pasa un reflejo de luz, desde el sector izquierdo inferior, subiendo en diagonal hasta la punta opuesta.
Rafael se da media vuelta, recoge la llave francesa y hace un paso hacia su auto. La rubia sonríe. Rafael gira ciento ochenta grados y tira un golpe que pega contra los dientes de la colectivera. Un chorro de sangre y dos dientes salen impulsados desde la boca. La gente ovaciona. Se forma un impenetrable semicículo desde la punta del colectivo hasta la cola del taxi. Bajo la ventanilla para observar mejor el espectáculo. Agito el brazo y grito.
La rubia se limpia el labio con la manga de su camisa. Ataca. Un palazo a la cabeza del contrincante que lo bloquea con la llave. Rafael empuja con la planta del pie a la rubia, quien aterriza sentada en el pavimento. Ahora es la francesa la que tiene como destino una cabeza, y es el palo el que bloquea. La mujer tira una zancadilla. Los tobillos del gordo trastabillan y éste se derrumba. La gente eufórica se divide en dos: los que alientan con “bondi, bondi” y los que lo hacen con “tacho, tacho”.
¡Rafa, Rafa!
La chofer del colectivo se tira encima del taxista. Se sienta sobre su pecho. Con las rodillas aplasta los brazos del oponente. Está tratando de ahorcarlo con sus manos humectadas con crema. Rafa busca zafarse. Su cara comienza a ponerse morada. Con alguna contorsionada maniobra, invierte la situación, y ahora es la rubia quien está abajo, sufriendo el sobrepeso del Rafa, con la diferencia que tiene una mano libre, que se encarga de arañarle el rostro; el esmalte se mezcla con la sangre. Galli entierra ojos con sus dedos. Hasta que una rodilla femenina rompe una entrepierna masculina.
Los hombres que miramos lanzamos un “¡uh!”: inevitable dolor ajeno.
Se levantaron y pelearon parados. Yo festejaba cada golpe, cada intento de un gladiador por matar al otro. Desde arriba del colectivo, los espectadores rompían sus diarios y revistas para hacer papelitos y arrojarlos.
EL palo y la llave se cruzaron. Todos los músculos pectorales del Rafa Galli se inflaron. La rubia se mordía el labio inferior. La francesa voló por el aire; Galli quedó desarmado. Ahora se miden mutuamente, giran en círculo y buscan el momento oportuno para atacar. La rubia tira un golpe, el Rafa lo esquiva y se abalanza hacia ella. La empuja y la lleva hasta el colectivo. La mano lleva una y otra vez, contra la pared del automotor, a la muñeca que sostiene fuertemente. Golpe a golpe, la mujer termina dejando caer el palo. Ahora el Rafa la abraza por el cuello. Está indefensa. Gime de dolor y cansancio. Galli mira al público; todos hacen gesto con el puño y el pulgar y aturden con “muere, muere”. Busca mis ojos con los suyo. Aún no he dictado veredicto. Levanto el puño, lo giro.
¡Qué hago!
Las vértebra tocan la melodía de la muerte en un solo movimiento.
Marcha atrás, primera, esquiva el bulto, segunda, tercera, cuarta. Por el espejo retrovisor, veo el ojo vivo con pequeños cortes cercanos a él, enfrentando mi visión. Veo el sudor y la nariz con sangre que ya coagula.
-Por Libertador me dijo ¿no?     

7.12.10

Fracción de payada

 

 Gómez antes de confesar sus faltas ante el camisario, se excusa.

 -Hoy a la madrugada
Me di cuenta en un sueño
Que ya siquiera soy dueño
De lo que llaman honor...
-La pucha, que hace calor
¿Este pueblo es caribeño?-.

Y bañado en su sudor,
Desabrochó su camisa
Pa' sentir alguna brisa
Que calmara ese tambor,
Que en su pecho Tronador
Sonaba sin son y a prisa.

Luego como en su casa,
viendo que el fervor seguía,
con completa normalía
sacóse sus alpargatas
dejando a luz sus patas
repletas de Vellerías.

se sintió un poco aliviado,
se tronó juerte los dedos,
ya dispuesto al cacareo
miró al comisario fijo
y esto jue lo que le dijo,
filosofando el enredo:

-Yo sè que p'algunas cosas
soy hombre que se da maña,
mas no soy como una araña
que teje esperando presa.
Usté sabe mi cabeza
se parece a una maraña.

Y trabaja sin pensar
como lo hacen los güeyes,
si usté la azota obedece
mas no le saque el arado
y le muestre el colorado
porque enseguida enjurece.

Es así como me vi
libre como un conejo,
y si de algo me quejo
es de mi ser chismoso,
y cuando me caigo a un pozo
en vez de salir me alejo.

Me alejo siempre pa'l jondo
aunque tuviera escalera;
escarbo como si juera
una pequeña lombriz,
meto siempre la nariz
que es grandota y julera.

24.10.10

Ciclo

Era entonces cuando nos sumergíamos en las notas hasta poner en juego la palabra irrealidad. La música no pasaba los pezones; desde la altura de las orejas hasta los pezones. Como atragantarse  con la melodía. El resto era baile hacia abajo, nada hacia arriba. ¿y a quién le importa el baile y la nada en esas circunstancias? Al bailarín y a nadie puede ser, pero a nosotros no. El hecho es que bailábamos sin ser bailarines, sin movernos de nuestros asientos, sintiendo el bolo musical atascado quién sabe dónde. 
Los míseros silencios que nos proporcionaba el plato, no nos daban tiempo a salir del ciclo. Ahora digo ciclo, puesto que estoy  sordo y se ha roto tal cosa. En ese momento lo pensaba como una línea de tiempo irrepetible. Eso provocan los sentidos: confusión. Calculo que algunos otros le ha pasado lo mismo con la vista, o con el olfato.
Luego, cuando se hizo el silencio, y descubrí que estaba todo dónde había quedado la última vez, una lágrima cayó de mis ojos. Luego risa. Luego, calma. 


22.10.10

Ataque amoroso

                                                                                                               Todos los días me cagaba a palos. Era cuestión de tiempo para oír un insulto, sentir su cachetada y luegos sus puños y sus patadas. El amor a veces se manifiesta de esa forma. Es que es tan parecido al odio... Y cuando uno quiere mucho, cela. Y cuando cela se ciega.
                                                                                                               Algunos hablaban de maltrato. Bien, me maltrataba pero peor era  la indiferencia cuando venían sus familiares. Sentía ciertas ganas de llorar cuando me lanzaba un imperativo con eso ojos terriblemnte opacos. O cuando me obligaba a tener sexo anal aunque spuriera que no me gustaba.
                                                                                                                Ella era así. Los rasguños, los golpes. Los ojos morados. Ella era así y un día el sida la mató. 
                                                                                                                Ahora que estoy solo, pienso en ella cada vez que prendo la tele y veo la violencia que hay en la calle, lo mas cercano a un ataque amoroso que puedo tener.

16.10.10

Dadáperonismo

El poeta recitó:
… por la fe en dios y la fe de seguir viviendo…
Hoy, hace 65 años el pueblo trabajador invadió las calles de Buenos Aires para rescatar a su líder, y a partir de ese momento los trabajadores argentino tenemo como principio fundamental, como valor fundamental, la lealtad a quien nos dio dignidad a los trabajadores que fue el gral Perón, compañero. Esto es lo que nos  convoca todo los años agradecer permanente a quien a partir de su “rucion” en la vida política ningún trabajador dejó de luchar y pelear por su dignidad. Y estas enseñanza se la debemos a ese hombre y a esa mujer que dieron sus vidas por los trabajadores. Por eso compañero, en ese camino de la lealtad los trabajadores somos leales a quien no traiciona a los trabajadores. Los trabajadores sabemos reconocer a quien nos da la posibilidad de mejorar la dignidad de  sus vida, por eso…
H. M.

Y yo mientras tanto, con ganas de irme a la mierda, con más ganas de estar trabajando que de estar en el gallinero aturdido  por los bombos y los gritos, tomando gancia para pasar el  mal trago, mientras a mi lado unos se prendían un troncho… Nos reúne la lealtad…, A mi me obligaron a ir a ese circo dadaísta, en un micro hecho mierda que no tenía ni rueda de auxilio, ni llaves por si pinchaba… Y pinchó (también chocamos a un Fiat Uno). ¿Dónde está mi dignidad, Sta Eva?  Quiero que me la devuelvan y me dejen trabajar en paz. 

3.10.10

El problema del dinero

Para contar los billetes que uno tiene en su bolsillo, tuvo que haber contado los bolsillos que tiene en sus ropas. Es verdad esto, pues si no supiera cuántos bolsillos lleva jamás encontraría la billetera. Además tendría que haber contado cuántas prendas tenía en ese momento, para saber cuántas de esas prendas tiene o no bolsillos. Así sabrá que tiene, por ejemplo, dos medias y que estas no tienen ni bolsillos ni billetes. Sin duda  ha contado todos los pares de medias que tiene en su casa para que no quepan dudas que las medias no tienen bolsillos y a la vez todos los pares para afirmar que estos se componen de dos unidades. Así los zapatos son inspeccionados y calculados por par. Y tuvo que haber contado sus pies, sacándose los zapatos y las medias para darse cuenta que los pies son pares y necesitan pares. Pero sus dedos de los pies que son diez, deben estar separados en dos grupos de cinco para que los pares sirvan. Por los tanto, los cincos necesitan pares. Y entonces, no puede concebir que en una billetera quepan cinco pesos con veinticinco centavos. Y concluye que no tiene  ni billetes, ni billetera, ni bolsillos, y está metido en un par de medias y un par de zapatos, entremedio de cinco y cinco dedos.

2.10.10

Rap y payada

El rap es, o debe ser, una manifestación de la boca, la lengua y las cuerdas vocales. La voz sale a ritmo de un loop que repite siempre la misma estructura. No es cantar. Cantar, cantan los pajaritos. Es más bien ladrar.
Aplaudo a quien puede recitar, con rimas y cuanto más rápido mejor, las cosas que salen de la cabeza. Me gusta el que improvisa. Siempre el rap lo asocié al Martín Fierro. Sí, las estructuras son diferente, el ritmo es diferente, el tempo es diferente. Pero ¿qué me impide compararlos? Me gusta la payada recitada. Me gusta eso de crear rima en el momento y para el momento. Ambos actúan de la misma forma. Luego se esfuman. Los duelos: Dos personas combatiendo en una misma base. Truco y retruco. Eso es genial.
Pienso demasiado... Si algo me impide hacer rap o payada es la falta de espontaneidad que tengo, no las ganas.    

27.9.10

Cacería de venados

      Tomé el rifle. Cargué las municiones. Esperé. Esperé. Esperé. A veces las esperas se hacen interminables. Esta no fue el caso. Apuntar es lo más fácil del proceso, así que apunté. Cerré un ojo, el derecho. Miré a través de la mira con el izquierdo. Supuse que los caños del rifle trazaban una línea recta con los ojos del venado, que comía alguna planta del bosque. Yo pienso que esa alerta pacífica que ellos tienen no la pueden tener los seres humanos. Ellos comen en silencio, observando, casi esperando el peligro. Nosotros esperamos en silencio seguros de un tiro.
       Y mientras meditaba todo eso, a Dios se le ocurrió que era mejor que la bala no llegue al destino que yo pretendía.
       Gatillar es cuestión de no pensar sino en uno. Gatillar, saber que alguien o algo se va a morir. Gatillar es cuestión de no encontrarse con un remordimiento.    
       Y como decía, El ser humano espera. Sólo esperaba que la bala matara a un venado. Sólo esperaba que el remordimiento, la culpa o como quieran llamarlo, no llegara a mi cabeza, como una bala le llega a un bicho que tranquilamente como su pasto y no advierte mi camuflaje.
      El resto, si esos cuernos posan sobre mi chimenea, si he saboreado carne asada, o simplemente he errado un tiro, ya casi no me importa. 

22.9.10

Guiso de relatos con cuentos e historias

Cuentan que había una vez un contador que una vez contaba cuentos de cuentos que contaban un sólo cuento, contado de cuanta manera se podía contar en una vez. La historia, que se repetía a lo largo de la historia de las historias que históricamente repetían que se contaban, relataba los relatos de un relator relatado por un relator en el relato de los relatores de relatos. Anónimamte, se anonimatizó el anónimo que con ánimos de anonimar el anonimato, dejó implícito el nombre de un personje. Un personaje que representaba al representante de los personajes presentados como únicos representados en la representación de las representaciones. Con un principio que empieza empezado, incluso antes de empezar a empezar a empezarse ese empezado principio que empieza sin ninguna palabra empezada. Y a lo largo de la historia se va alargando largamente el alargado alargue de la historia alargandose en busca del buscado buscardor de largos alargamientos, poniendose más aburrido a cada abrurrimiento  del más aburrido aburridor de burros aburrimientos. Y finaliza después de que al fin finalizó el finalista el fino final del finado que sin  fin finaliza. No está la colorida prima aguda terminada en N  de color, y tampoco su tío, el color que usan los coloreadores para colorear algo rojo. Por lo tanto tampoco el tanteador de tan pocos, tantos no puede poder tantear poderosamente esa rima que los rimadores tantas veces pudieron  rimar. 

15.9.10

Cazador

Nada hubiera esperado ya de aquella tarde nublada y pesada que  moría, nada. Encendí un último Lucky Strike. Y,allí la  vi, con su pollera rosa, su carpeta. Me acerqué con sigilo, para que no sospechara nada. Choqué su carpeta para que cayera al suelo. Los bocetos formaron un otoño de hojas blancas aterrizando lentamente del árbol de la vida.
-Disculpa. No fue mi intención. Te ayudo.
Levantaba los papeles y los apilaba rápidamente unos tras otro en mi brazo. No tenía ninguna intención de sacar mi vista de sus curvas que se armaban mientras recogía sus trabajos junto a mí. El último dibujo lo tomamos cada uno de puntas opuestas. Y fue ahí cuando mis ojos se cruzaron por primera vez con los suyo. grises como el cielo de esa tarde. Nada de maquillaje que ensuciara su cara. Estaba seria. Ya le arrancaría una sonrisa. Conozco todos los trucos y trampas de la caza.
Solté mi punta y ella quedó con el boceto. Yo examiné los que había recogido.
-Mm, ¿dibujas?
-Sí. Es mi pasatiempo.
-Tienes dotes. Podrías ser una gran dibujante.
-Aún falta mucho para eso.
-¿Cómo te llamas?
-Marie.
-Marie ¿Eh? Lindo nombre.
Quedó callada.
-Me llamo Rob. A mí también me gusta dibujar.
-¿En serio?
-Sí. Pero no soy tan bueno como tú.
-Es cuestión de práctica. Así dice mi profesora.
-Ajá, es cuestión de práctica. Dime, Marie, ¿hace mucho que dibujas?
-Desde chiquita me gusta dibujar. Mi madre también dibuja.
-Ajá. Es hereditario.
Sonreí. Quedó callada.
-Hace calor.
-Sí, hace mucho calor.
-Me tomaría un helado ¿No quieres tomar un helado?
-No puedo, me tengo que ir.
-¿Qué gusto prefieres?
Sonreí. Me miró callada.
-Es sólo una pregunta.
-Chocolate.
-Mm, chocolate- Me pasé la lengua por los labios. Me miró callada. –Apuesto a que te encanta.
- Me encanta.
-A mí también. No por nada tengo esta barriga.
Sonrió.
-No estás tan gordo.
-No, no lo estoy. De chocolate entonces.
-No puedo.
-De acuerdo, de acuerdo. Tú te lo pierdes. Yo sólo quería disculparme por mi torpeza de haber tirado tus dibujos. Pero si no puedes...
-Está bien.
-Genial. Tomemos un helado de chocolate.

Hoy leí en el diario que los dibujos de Marie Anderson son extraños. Mezclan helados de chocolate en llamas. Días nublados con témpanos que se derriten. Parecen gritar pero no lo hacen. Hermosas esquinas que luego rompe vuelve a unir con cinta adhesiva. Trampas de osos puestas en la vereda.

13.9.10

Truco para acordarte de tu edad

Sé que en cualquier momento lo necesitaré. Hay momentos en que titubeo sobre qué edad tengo. Por suerte se me acaba de ocurrir un sistema que es infalible. Imaginate que estás frente a un maldito formulario que tenés que llenar. Hay un casillero que dice: EDAD. En ese momento se produce un cortocircuito en el céfalocalendario ¿y qué mierda de años tengo? ¿Ya pasó mi cumpleaños?... En fin ,esas preguntas que es mejor que nadie las escuche, ni siquiera vos.
El procedimiento es fácil. Más fácil que restarle tu año de nacimiento con el año actual. Si naciste en año para todos los años pares vas a tener un año par. Con lo cual aniquilás la mitad de los números. Si naciste en año impar, todos los años impares tendrás años par.
Entonces una vez adquirido esta simple ecuación. Uno se pregunta. ¿Qué edad tengo? 26, 27, 28 , 2 9. Nací en año par, estamos en año par, tengo años pares. 26 o 28... Bueno, sería hacerse el pendejo decir que tengo 26. tengo 28.
Si no recordás en que año naciste, o en que año estás. Si no sabés que números son pares... Bueno, lo siento... no hay nada que hacerle.
Si alguno se pregunta cómo es posible que me olvide mi edad, es porque entre tantos guisos, es difícil no perderse.   

2.9.10

Monos

    Ahora me doy cuenta cómo se influencian los monos unos a otros. Hasta tal punto llegan, que no escatiman en precios y crean. Crean un mundo que sólo ellos pueden apreciar. Toman las influencias de otros para crear su mundo. Monos, monos que inventan sus piojos. Monos que saltan e influyen a saltar a otros monos, con sus piojos y su indisimulado intento de pensar. A lo sumo crean pensamientos.
Desde los árboles, todos los monos ven lo mismo.

S/F


¡He! ¡Che! Escuchen todos; soy un mudo que grita. Con los ojos y oídos más grandes que un lobo. Escuchen, lean lo que este manco escribe con sus garfios que se clava cada vez que un mosquito le pica el pecho. Vean como su alma se achucharrada en cada cigarrillo. Como gime con el placer de una frígida. Cómo putea constantemente, cómo vomita en medio de su fiesta solitaria, dentro del bol de ensalada rusa. Y luego se lo come, lo digiere, lo caga y lo mea. Aprieta el botón del inodoro y todo se queda ahí, flotando. El inodoro está tapado. Tapada la gran boca que desemboca en el río de la Plata Contaminada, clones de peces tóxicos que va a ir a pescar luego con sus nervios y sus ansias, tirando líneas invisibles hasta para él. Y mientras se chupa un mate lavado, hirviente y largo, que le quema la lengua y el paladar, espera pescar ese pez que ya se comió su mierda. La carnada es una papa con mayonesa que sobró de la fiesta, un poco salpicada con la bilis que él mismo produjo. Les grita a los peces que muerdan el anzuelo. Después, en la noche cuando el pescado  hervido está en la mesa, se lo devora con espinas o sin ellas, sin masticarlo. Un solo bocado, como una boa, o como un sapo estirando la lengua en medio del silencio nocturno, cachando la presa, llevándola al estómago.
Escuchen su canción. Los versos tartamudos, afónicos, sin forma, sin rima, ni letra. Desesperadamente calmos, silenciosos, oblicuos, pendencieros.  
Admiren su pintura de naturaleza muerta, hecha por computadora. Una banana electrónica y machucada. Tan dulce pero color mierda. Apenas con tocarla se hace puré o diarrea. Naturaleza muerta. Dejo de ser un hombre en el momento, le doy paso al animal a mi cabeza pero entra el vegetal, la dulce banana electrónica, que medita un segundo y dice no.
Pero algo se quedó en mí. Unos ojos y una nariz y una sonrisa y un cabello, y algunos años menos. ¡La gran puta! Soy una zanahoria. Ahora una raíz que piensa.  Colorado como un tomate. Verde como un pepino. Un vegetal. Me arrugo como una lechuga. Un vegetal, ni más ni menos.
Pero algo ya quedó en esta hortaliza. Una cara y sobre todo una mirada, fundida con el aire y lo que está atrás de él. Unos ojos que aparecen delante de cada pared y cada cosa que veo, entrelazados, sin poder escapar.
Unas palabras que me han taladrado; motosierras sobre un tronco que lo cortan y no chilla. Un quebracho masoquista que disfruta de su tala. Por favor, pequeña motosierra, cortame, dejame ser otra cosa que no sea un vegetal. Que luego me tiren a la chimenea, que arda y el fuego me consuma. Que me consuma y sea un fénix, y que vuele.
Que la motosierra me corte las alas si quiere, porque el masoquismo sigue siendo mi esencia, y me quede manco pero no chille. Y que de las heridas surjan brazos y manos y dedos., mientras me desplomo en medio de los témpanos que harán que me crezca pelo y vaya en busca de comida. Que me coma el leñador mientras la motosierra sigue andando y le robe la ropa y acalle la motosierra y la abrace y la bese. Y que mis labios se corten entre los dientes filosos que ya no hablan ni dicen nada, porque ahora me mira Ya sin ser motosierra ni tan filosamente dentada. Que me de cuenta que no sos una sierra y no cortás árboles. Pero lo hecho, hecho está y ahora soy un hombre, y no un maldito vegetal que ha callado sin poder decir nada. Con un abismo tan amplio que tal vez no se ha achicado pero que por lo menos deja que ese sonido se propague  y que me escuches. Que no tenga que escribir lo primero que se me viene a la mente.
Ya no quiero estar pendiente de nada. Que no tenga que escribir más sobre mí ni metaforizar mis pensamientos demacrados, ni filosofar inútilmente. ¡Qué mierda! al fin de cuentas ya tengo algo en cabeza; una chabeta.

30.8.10

Ambición de Ricardo

Duque de Gloucester- ¿Por qué aspirar a una simple vida eterna? ¿por qué sacrificar todo lo que puedo tener en esta? ¿Haciendo el bien obtendré la entrada al cielo? Yo no quiero sólo la entrada, yo quiero el cielo todo. todo para mí. No quiero las lismosnas de Dios, no quiero los permisos de Dios. Yo quiero ser Dios.   

10.8.10

$2

¡Ay , del placer de dormir en los colectivos! Sentarse contra una ventanilla donde no moleste la manija. Apoyar la cabeza contra el vidrio y cerrar los ojos. Encontrar el otro viaje, el otro paisaje, en donde se mezclan los ruidos del motor, con las palabras de los pasajeros, con las cosas que nos rondan en la mente, con los frenos y arranques. El sol o las luces de la calle pegando en la cara, o las gotas de lluvia estrellándose en el techo. No estar despierto ni dormido, Ni acostado ni parado. Casi incómodamente sentado en un asiento de cuerina.
De vez en cuando uno abre los ojos, mira para afuera, trata de ubicarse, casi lo logra y vuelve a cerrarlos. Vuelve a sentir íntegramente la vibración, las lomadas, las cunetas, los baches. La puerta se abre chillante, se cierra. El timbre. Y la cabeza siempre trabajando pero olvidándose del cuerpo. Y el colectivo dobla, en la esquina queda un sueño y aparece uno nuevo sobre la calle. 
Es bueno saber que hay que bajar donde termina el recorrido. Menos tenso, uno se deja estar con más facilidad. Igualmente, si hay que bajar antes, todo nos indicará dónde olvidar la ilusión y volver de nuevo al mundo.

7.8.10

aclaración

Cabe aclarar que todo lo que nos dijimos era tan cierto como todo lo que nos callamos en honor a la verdad y por temor a la mentira.

Fiebre

Si me pongo a pensar en los delirios y pesadillas febriles que pasé, no alcanzo a encontrar palabras para describirlas. Lo más cercano a eso, es el malestar de la repetición de acciones. Acciones inconclusas e indescifrables. Una y otra vez me veo en el mismo movimiento del mundo. Todo vuelve a repetirse insaciablemente ante mis ojos y mi cuerpo, en altas temperaturas. Como un infame reciclaje de basura motriz.
Eso es dormir con fiebre, si es que se duerme de esa forma.

5.8.10

Una bomba

Cuando uno tiene apenas veinte minutos para decir lo que tiene que decir, todas las palabras quedan nulas, toda idea desaparece del cerebro, que cuanto más retorcido está, menos confía en sí mismo. Uno se desespera. Abre su baúl, busca dentro todo lo que tiene, y parece que nada es lo justo para el caso.
Ya sólo quedan quince minutos y desisto de todo lo que tengo. Me parece absurdo, desubicado. Digo desubicado como si fuera que hay que hallar la pieza que encastre. Entonces no tengo más remedio que improvisar y forzar las piezas.
Dije que no tengo más remedio. ¿desde cuándo uno se pone objetivos tan absurdos? Se los pone desde que siente que no hay absurdidad que valga más que la que siente.
No hay mucho tiempo para leer lo que va dictando mi instinto. A veces me pregunto si ese instinto realmente sabe lo que quiere. Tiene que haber un instinto exacto, justo en esos momentos en que el tiempo apremia. Cuando la bomba está a punto de estallar y el pobre diablo tiene que elegir qué cable cortar. Los minutos pasan, la boca se seca,el sudor. Las manos temblarían si no fuera por el cerebro que tranquiliza, o que por lo menos engaña que tranquiliza. Esa razón que dice que más nervioso peor es. Pero queda el problema del cable a cortar y entonces se apela al instinto, a la intuición y a la suerte.
Si todo sale bien, esta noche estaremos tomando una cerveza. Si todo sale mal... Bueno, ya no habrá que preocuparse por la crueldad del mundo.

4.8.10

Silencio

-Todo sería más fácil si fueras una puta- dijo. Prendió un cigarrillo y afirmó con la cabeza. -Sí, todo sería más fácil y no tendría que andar pensando tanto, ni temiendo tanto, ni pensando demasiado que si te digo algo no parezca que sólo quiero comprarte.

3.8.10

Uno

.Y todo el tiempo buscamos y buscamos muchas cosas al mismo tiempo. Casi sin saber, sin mirar a dónde vamos. Como ciegos tanteando una pared, tropezando, cayendo y volviéndose a levantar. Siempre para adelante, nunca quietos aunque pensemos lo contrario.