A fuego fuerte...

24.10.10

Ciclo

Era entonces cuando nos sumergíamos en las notas hasta poner en juego la palabra irrealidad. La música no pasaba los pezones; desde la altura de las orejas hasta los pezones. Como atragantarse  con la melodía. El resto era baile hacia abajo, nada hacia arriba. ¿y a quién le importa el baile y la nada en esas circunstancias? Al bailarín y a nadie puede ser, pero a nosotros no. El hecho es que bailábamos sin ser bailarines, sin movernos de nuestros asientos, sintiendo el bolo musical atascado quién sabe dónde. 
Los míseros silencios que nos proporcionaba el plato, no nos daban tiempo a salir del ciclo. Ahora digo ciclo, puesto que estoy  sordo y se ha roto tal cosa. En ese momento lo pensaba como una línea de tiempo irrepetible. Eso provocan los sentidos: confusión. Calculo que algunos otros le ha pasado lo mismo con la vista, o con el olfato.
Luego, cuando se hizo el silencio, y descubrí que estaba todo dónde había quedado la última vez, una lágrima cayó de mis ojos. Luego risa. Luego, calma. 


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